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La Pelota mágica
Era la época más calurosa del año; los árboles estaban casi secos, las flores se intimidaban por los rayos del sol y los pajarillos se posaban en las escasas sombras que producían los árboles. Allí estaba Daniel jugando con una pequeña lata de atún que se había encontrado; la pateaba con pasión, anhelando ser algún día como sus héroes. Él era pobre, y vivía en un pequeño barrio, donde al anochecer las luces de las casas alumbraban el cerro. El chico mientras jugaba halló una pelota de varios colores que se encontraba sola sin dueño, la tomó y le gustó tanto que se la llevó a su casa.
Al llegar a su casa, fue hacia su madre.
-Mami, he encontrado un pelota, mírala.-Dijo Daniel con una sonrisa en el rostro.
-Es linda hijo, ¿De dónde la sacaste?.-Dijo sin muchas fuerzas (Su mamá se encontraba enferma).
-No lo había pensado, te prometo preguntar. Es tan linda que la tomé.
Así paso el transcurso del día, la madre de Daniel apenas podía levantarse; Daniel jugaba durante todos los días con la pelota, antes de ir a la escuela y cuando llegaba, sin dejar de un lado sus obligaciones escolares y los cuidados de su madre.
Una noche, él estaba triste, sentado en su cama, viendo las estrellas a través de una pequeña ventana, con la pelota colorida en sus brazos, deseando que su mamá no estuviera enferma.
Pronto, una mañana su mamá lo despertó con una sonrisa en el rostro. Daniel no sabía cómo es que su mama había sanado tan pronto. Entonces la pelota se iluminó. El chico comenzaba a sospechar sobre la pelota y para comprobar dijo lo siguiente:
“Deseo una pelota de fútbol”
Esperó y no sucedió nada, y Daniel triste porque la pelota no le cumplió su deseo se acostó y se durmió.
Daniel se olvidó de su adorada pelota mágica por unas horas, e hizo sus tareas. Era ya de noche y alguien tocaba la humilde puerta de aquella casa.

-Hola, ¿qué desea?.-Dijo la mamá de Daniel.
-Hola, soy su vecino Carlos. Estaba desechando algunas cosas de la casa y encontré este balón de fútbol, no quise enviarlo a la basura porque pensé que alguien le daría un mejor uso.-Dijo y se retiró, dejándole el balón en sus manos.
La madre fue a la habitación de su hijo y sorprendido, se sobresaltó de emoción al ver el balón. Daniel se sentía muy feliz porque sabía que la pelota mágica cumplió su deseo.
Imaginó durante todo el día cuantas cosas podría hacer con ella. Daniel le contó a sus amigos lo que podía hacer su pelota colorida, y ellos se sorprendieron. Mientras crecía él realizaba los deseos de las personas más necesitadas en el barrio donde vivía.
Él creció y cumplió todos sus sueños con mucho empeño, llegó a convertirse en un profesional jugador de fútbol.
Actualmente, Daniel forma parte del Equipo Venezolano de Fútbol “La Vinotinto” representando nuestros colores patrios alrededor del mundo.
Fin.