Más que un equipo…
Cuando la pasión de un equipo es tan grande puede llegar a provocar un impacto diferente en aquellos que confían en él. Cuando creemos que todo se ha acabado y no podemos imaginar volver a empezar es cuando debemos tomar nuestras manos y gritar muy alto “yo sé que puedes”.
Cada uno de los jugadores, al igual que nosotros, los espectadores, ha sentido dentro de sí una inigualable sensación, que, como suele pasar, nos emociona y hace querer ser más que sólo jugadores, ser más que sólo espectadores, ser ganadores. Y al pensar en todas las pruebas que la selección de fútbol venezolana tuvo que enfrentar, y luego reflexionar en lo que no se pudo llegar a encontrar cuando fue descalificada podemos enojarnos, llorar, criticar; sin embargo, de qué sirve si sólo vemos las cosas negativamente y no nos detenemos a analizar la situación.
En esto pensaba aquella niña sentada en el parque, pues no entendía como podía existir gente tan desconsiderada, quienes, por una falla que cometían los demás, no dejaban de buscar la paja en el ojo ajeno. La polémica creada a través de esto aumentaba cuando se criticaba de una forma poco objetiva a aquel equipo que dio lo mejor de sí en cada partido.
Lo que nos hace pesar que podemos no solo esperar de los demás, sino también de nosotros, y es por ello que hoy todo puede cambiar, nosotros podemos cambiar. Esa pequeña observaba las disputas y se entristecía, lograba ver lo que a veces no vemos, podía entender que con un poco de amor todo se puede apaciguar, pues, un equipo no es solo aquel que está en el campo jugando, un equipo es toda una nación que lucha por un sueño, un sueño interminable que hoy sigue vivo, un sueño tan poderoso que nos hace comprender la importancia de aquellas cosas tan pequeñas que alguien hace por nosotros, las cuales, aunque hay veces en que no las notamos están ahí, y si nos fijamos en lo que de verdad importa seremos increíblemente grandes y unos verdaderos campeones; no por aquello que nos hace arrogantes, sino por aquello que nos hace brillar como buenos competidores (y perdedores si aplica), eso es lo que nos debe caracterizar.
Resurgiendo hacia la luz podemos encontrar lo que quizás se perdió, y así mostrar a quienes no creen que la fortaleza esté en nuestro interior, que lograremos un mejor partido, una mejor temporada, un mejor año, un mejor equipo, que crea y confíe, un equipo llamado Venezuela, en donde no desfalleceremos, sino que continuaremos, y aunque caigamos nos levantaremos viendo en la cara de los niños una gran sonrisa.
Inspirados en todo un país, la Selección de fútbol Venezolana ha hecho que cada uno de nosotros, aunque incrédulos, podamos comprender que la carga de una nación no debe recaer sobre aquellos que intentan conseguir una gran victoria, mas bien, deberíamos ser algo más comprensivos, tomar en cuenta aquello que no vemos, mirar hacia adelante, y agradecer.
En fin, después de todo la selección no entro al mundial, pero a la pequeña no le importó, pues ella supo comprender, supo como dar gracias a Dios por permitirnos llegar hasta donde llegamos, dio gracias a la vinotinto por su gran esfuerzo, y dio gracias a Venezuela por haber compartido tan bellos y tan malos momentos junto a quienes dieron su habilidad para nosotros…!!!